Presentaciones, prólogos y reseñas
Cómo citar y no morir en el intento
Presentación del libro: Casa de citas. Rius.
Editorial Planeta, México, 2010
Rossana Reguillo
Hace algunas semanas recibí una llamada telefónica en la que se me comunicaba que estaba invitada a una “casa de citas”, ante mi sorpresa “la voz” dijo algo como “es que tú te la vives en esas y la verdad pensamos que estás ni que mandada a hacer”. Un percance en mi paquete Telmex, “una empresa comprometida íntimamente con el desarrollo de México” como reza su frase de batalla, interrumpió la llamada. Corrí al espejo y me miré atentamente, con una mezcla de preocupación (qué me sabrán) y un tufillo vanidoso, psss, cité para mí misma, “todavía las levanto”, para acto seguido desechar esa cita, más por inexacta que por vulgar. El teléfono volvió a sonar y tal como aprendí desde chiquita, guardé silencio “calladita me veo más bonita”, re-Cité. Para mi alegría (y debo confesar, algo de decepción), la voz me invitaba nada menos que a presentar el libro del mismo que viste y calza conocido aquí y allá como Rius, titulado, me informó el de la voz: “casa de citas”…¿algún nuevo tratado posrevolucionario sobre la sexualidad en el México pre-antiguo de los panistas?, indagué envalentonada. No, dijo la voz, se trata de una paciente, acuciosa, ingeniosa y sensacional colección de citas, frases célebres, que nuestro canta-autor fue recopilando primero para publicar con sus entrañables monitos, trazos y viñetas, en El Chamuco (segunda época).
Tarea compleja, pensé yo; pero no te preocupes dijo la voz: “presentas y te vas”.
“Haiga sido como haiga sido”, aquí estamos y para darme ánimos parafraseé, en este caso para-cité en sentido contrario al clásico de clásicos: “y yo, por qué no”.
Al principio la casa de citas de Rius me miraba desafiante desde el escritorio; poco después, a la manera del principito, me domesticó y se convirtió en mi libro de vestíbulo, antesala médica, recámara y si me citan, lo negaré, de baño. “El citerío”, se me convirtió en obsesión y me descubrí re-citando en voz alta a Truman capote, a Woody Allen, a Gila, a Mae West, mi favorito Marx, Groucho, claro y a toda una serie de personajes algunos conocidos y a otros que descubrí en la casita de Rius. Para todos los gustos y sensibilidades, las citas despliegan el saber que hemos ido acumulando en siglos de tenaz estupidez humana y ellas, las citas o las frases, son como relámpagos que irrumpen para iluminar una franja de las paradojas, lo indeseable y lo deseable, lo pensable y lo imposible, la ironía y lo cursi, lo brillante y lo lamentable…
Así por ejemplo, aprendí de Rius, que me gustaría decirle a Fox: “Me gusta cuando citas porque estás como demente” y a Salinas: “y me oyes desde lejos y mi voz no te llega”. Este libro señoras y señores, damas y caballeros, es una fuente inagotable de revanchas posibles. Imagine por ejemplo que las memorias apócrifas de Onésimo Zepeda, puedan llevar como epígrafe, la poderosa cita de Don Groucho Marx: “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. O, filtrar una tarjetita con el estado mayor presidencial para que la presidenta Zavala, antes de entonar con emoción para los niños en Ciudad Juárez, “yo tengo una casita así, así, así”, lea con arrebato de primera dama, la frase de la novicia rebelde, la Julie Andrews: “a veces soy tan cursi y dulzona, que ni yo puedo soportarlo”. O, ya entrados en gastos, escuchar en sueños al General Galván Galván, vestido de civil, re-citar: “la justicia militar es a la justicia, lo que la música militar es a la música”. Y así diciendo…la revancha es pues un uso muy fundamental de este libro, verán como emerge su parte oscura y se encontrarán en la comodidad del baño de su casa, repartiendo frases a diestra y siniestra.
Ah, pero no todo acaba ahí, el libro es también un nuevo catecismo para “twitteros remisos” (dícese de remiso, al indeciso o reacio). Twittero, twittera, si a usted se le acaba la inspiración para cambiar al mundo en 140 caracteres, si se le agota la descripción de las cortinas de su baño, si se le acaba el duende inspirador para narrar sus traslados en un taxi, la relevancia de sus berrinches contra quien sea, no lo dude, venga ya, adquiera su ejemplar de casa de citas, un vasto compendio de “piensos macizos y precisos”, incremente a sus followers, sorpréndalos por la mañana, por la noche, a pie y en coche, escribiendo por ejemplo: “para saber si una tortuga es macho o hembra, se le hacen cosquillas en la panza; si se pone contento es macho y si se pone contenta, es hembra”. Su incremento de followers y con ello el éxito de su vida, están garantizados. Claro que puede ponerse filosófico y denso, mamonsón pues, por ejemplo: “cada minuto nace un pendejo”, con ello incrementará su leyenda de misántropo maldito.
Hay también un “paque-te surtas” para feisbukeros furibundos. Frases para todos los estados de ánimo, ideologías fast track, para la risa, para el llanto, para el amor y el desamor. Por ejemplo, en vez de postear “paquita la del barrio está en una relación complicada”, la usuaria podrá postear “el que usa pijamas con sus iniciales debe estar muy poco seguro de sí mismo”, con ello, cualquier duda quedará despejada. Agregar amigos, será más fácil con este libro, podrá pasar por culto, divertido, inteligente. Ya no tendrá que postear: “pinches medios que no dicen la verdad”, podrá citar a Twain y escribir elegantemente “hay dos clases de mentiras: las mentiras y las estadísticas”, de inmediato, muchas manitas se levantarán para decir “me gusta” y ello te dará tiempo para ir por otra cita; hay que tener sin embargo cuidado, porque algunas de estas citas son suicidas: “es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar toda duda”. Por tanto estoy casi por sugerir a la editorial y al editor, que me contrate para incorporarle a la casa de citas, un tractatus metodológico que titularé “cómo citar sin morir en el intento”.
He recibido noticias, de que se ha formado una comisión de la verdad, para enjuiciar al zamorano Eduardo del Río, Rius, por haber ocultado en su excelso trabajo, datos fundamentales para constatar que citar no es sólo el arte de los inteligentes, sesgando con ello nuestra encandilada percepción.
Se le reclama, haber omitido la famosa declaración de Ninel Conde:
ME DA TRISTEZA VER TANTOS NIÑOS Y ANCIANOS AFECTADOS POR EL SURIMI.
Se le emplaza a presentarse al ministerio público, por esconder la celebérrima respuesta de la Miss Panamá: “Confucio, fue uno de los que inventó la confusión; fue un chino japonés de los más antiguos”.
Citas como estas no pueden quedar en el olvido, ni sujetas a los vaivenes de la Internet; se le exige que las incorpore en su nueva edición, porque esta se va a agotar, lo vaticina la vidente de los Salinas, Doña Francisca Zetina, alias la Paca.
Y ya por último, dado que tengo que pasar a retirarme antes de que el estado mayor de editorial planeta me exija abandonar este recinto para cumplir la consigna del “presentas y te vas”…quisiera
Compartir con Rius y con ustedes, una de las frases que más he disfrutado en los últimos meses y que devela la agudeza de un pensamiento que piensa lo social, con la misma generosidad que lo ha hecho Rius, al entregarnos, este libro de citas fundamentales y de manera continuada, con su obra, a lo largo de su vida. Dijo el oncólogo brasileño Drauzio Varella: "En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven".
Por eso, contra el power point y el pensamiento rápido, la casa de citas de Rius, se constituye en un pausado sitio para acudir a constatar que muchos han dicho ya lo que nosotros pensamos haber inventado y para recordar que pensar salva y que el sentido del humor es nuestro mejor antídoto contra la esclerosis que habita en los mundos religiosos y políticos, al final de cuentas, ya lo dijo la gran Sara Montiel: citar es un placer genial, sensual…
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