Cimientos pantanosos y futuros en fuga

6 de marzo de 2022

 

«El dolor enseña a las mentes más firmes a vacilar».
 Sófocles, Antígona

 

 

 

Antígona frente a las leyes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escucho los ventiladores de la computadora mientras miro la página en word, blanca, impoluta; el cursor parpadea esperando un comando, una tecla, una señal. Pasa un minuto, dos, afuera hay un silencio ominoso, como si todo estuviera volviendo a comenzar. 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las imágenes de lo acontecido el 5 de marzo en el Estadio Corregidora en Querétaro me mantienen con un nudo en el estómago y las mandíbulas apretadas y otra vez me digo el lenguaje colapsa y el sentido naufraga buscando un pedazo de tierra firme en medio de este lodazal y horror; pero no hay, todo es un pantano lleno de los cuerpos rotos por años, jirones de ropa, huesos hundidos en la orfandad, sobre los que hemos pretendido construir un presente y levantar un mañana en la normalidad. Una falsa normalidad en la que se guarda silencio frente a lo atroz o se acude a la indignación episódica. Salvo para las víctimas de esta guerra, que ya nos descompuso el país y el corazón y para algunos pocos aliados, la memoria es débil y la indignación escasa.

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero lo sucedido en el estadio es otra frontera atravesada, otro límite, otra escala, porque sucede a la vista de todos, con transmisión televisiva y cientos de celulares registrando el horror, el país es testigo. Eso cambia la perspectiva porque desvanece la frágil seguridad con la que se atraviesan puentes a oscuras, calles desiertas, carreteras despobladas ¡Si hubiera habido luz! ¡Si hubiera habido policías! ¡Si hubiera habido testigos! Nada hubiera pasado, tal vez mi hija se hubiera salvado, mi esposo habría llegado a casa, mi niño no hubiera desaparecido. Pero no, el flagrante se produce con luz, frente a policías que no intervienen y fuerzas de protección que facilitan el camino al comando que ataca con saña y hay miles de testigos.

 

Pese a la complejidad (y brutalidad) de un hecho sobre el que es difícil producir respuestas acabadas, diagnósticos absolutos, alcanzo a balbucear tres asuntos.
 

 

1)    La violencia expresiva con la que ataca este comando, indica que buscaban ser visibles, hacer mucho daño, infundir miedo, mandar un mensaje (¿a quiénes?). Más allá de la rivalidad entre barras y lo que sabemos en torno a las prácticas violentas que han sido documentadas por diferentes estudiosos del fenómeno, aquí la violencia excesiva a plena luz señala que pese a hacerse visibles, se sienten protegidos por un manto de impunidad.
 
 
2)    El uso político del ataque por los diferentes grupos en pugna ratifica el terrible vacío de poder en el que se encuentra el país. Es penoso e indignante constatar que frente a una catástrofe de este calibre los actores políticos sean incapaces de expresiones de solidaridad, de empatía, de respeto y prefieran lanzarse -al igual que ocurrió con el fusilamiento de un número no determinado de personas en San José de Gracia, Michoacán- a elaborar teorías conspiratorias, a señalar culpables, a lavarle la cara a su actor favorito. Mientras, esta guerra sigue, avanza y sigue engullendo personas a su paso.

 

 

3)    La noche del 5 de marzo, frente a la devastación que me produjo la noticia y las imágenes, escribí en mi TL: “Violencias incontenibles…este país se precipita hacia el abismo…la impunidad sopla al oído de los perpetradores en todos los niveles: tú puedes, no pasa nada”. Estoy convencida en que el gran problema que ha convertido a las violencias en una metástasis que contamina todo, es la impunidad. Si frente a los hechos del estadio Corregidora, no se sienta un precedente fundamental, incontestable, habremos de cruzar más fronteras y recorrer aún más los límites de lo intolerable y nos seguiremos hundiendo en el pantano.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi solidaridad con las víctimas, nadie debió haber experimentado ese horror y mi exigencia a las autoridades para que hagan su trabajo.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nota: Llamo violencia expresiva a la que no persigue un fin sino que busca mostrar las huellas de su poder total.

3 comentarios:

shsb dijo...

Terrível acontecimento!
Sim, "violência expressiva", torna-se uma palavra chave que faz sentido!!!
Diante do horror!

MIO CARDIO PICADURÍA dijo...

Excelente artículo. Gracias maestra. Terrible lo que sucede día tras día en el país.

Jorge dijo...

Gracias por la claridad y valentía. Es un llamado, es una exigencia, es un grito desesperado que me refleja, nos refleja…

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