Por qué los jóvenes
11 de noviembre de 2010
No hace mucho un periodista argentino me preguntó por qué había optado por hacer investigación en torno a los jóvenes y por qué pese al amplio espectro de mis intereses de investigación (culturas urbanas, emociones, miedos sociales, cultura digital, movimientos sociales, cultura política, con amplia producción en cada uno de estos asuntos), el tema de los jóvenes seguía ocupando un lugar central en mi trabajo. Aunque si bien es cierto que parte del entrenamiento de un académico, académica en este caso, contempla de manera importante la reflexividad –a la que entiendo con Jesús Ibáñez, como pensar el pensamiento con el que pensamos-, la pregunta me tomó desprevenida, quizás por la claridad con la que me cuento a mi misma cada día, que los jóvenes no son el futuro sino el presente actuante en la sociedad y porque ese presente es el único camino cierto para traer el futuro; quizás porque con enorme empatía encuentro en los jóvenes las huellas y los rasgos de las constantes reconfiguraciones de la sociedad, comprender los mundos juveniles, dije en aquella ocasión, es atisbar los modos en que la sociedad se inventa a sí misma.
Pero quizás, lo más relevante para dar sentido a mi respuesta tiene que ver con que ser hoy joven en América Latina, no es tarea sencilla. A veces los datos ayudan. Según datos recientes de la CEPAL, en el grupo de jóvenes urbanos que va de 15 a 19 años de edad, existen de más de 4 millones de pobres en Brasil, casi 3 millones en México y más de 1 millón en Colombia. En términos relativos, las situaciones más preocupantes se advierten en Honduras (70% de adolescentes urbanos en situación de pobreza), Ecuador (58%), Bolivia (53%), México (50%).
Esta la pobreza es además sistemáticamente más elevada entre las mujeres jóvenes, según se verifica en todos los grupos etarios jóvenes. Entre los jóvenes urbanos de 20 a 24 años, la pobreza afecta al 38% de los varones y al 49% de las mujeres en Bolivia. En México las cifras son 39% en los varones y 47% en las mujeres jóvenes; en República Dominicana los datos son de 22% y 29%. Señala la CEPAL que la situación de pobreza en lo que toca a género es menos desigual en Uruguay (7% y 9%), Colombia (38% y 41%) o Chile (16% y 19%), pero enfatiza el informe que en ningún lugar la tendencia cambia de signo, es decir, que las mujeres jóvenes pobres son más numerosas que los hombres o, planteado en términos menos “asépticos”, las mujeres con más frecuencia y en mayor número viven en situación de pobreza.
Se ha dicho hasta el cansancio que la pobreza no es un factor causal de la violencia. Yo suscribo esta afirmación, sin embargo es importante de-construir lo que conlleva la condición de pobreza para calibrar como ésta, trae aparejados un conjunto de elementos que al restringir los procesos de incorporación social (educación, empleo, salud, cultura, ocio, incluso derechos humanos), que operan como activadores de violencia, tanto la que es ejercida contra los jóvenes, como la ejercida por ellos. La situación en México es compleja, pese a que la mayor parte de su población se concentra en zonas urbanas, alrededor del 24% de los mexicanos vive en áreas rurales. De nueva cuenta los datos de la CEPAL, son útiles para calibrar el tamaño de la desesperanza en múltiples zonas del país, azotadas por la violencia del narcotráfico, la presencia del ejército y otros grupos aún no claramente reconocidos. Por ejemplo, en el grupo que va de 15 a 19 años, la pobreza rural alcanza a un 63% de los jóvenes (en comparación con 50% de sus pares urbanos); entre los jóvenes de 20 a 24 años, la cifra es de 57% en la zona rural y un 43% en la urbana; en lo que toca al grupo que va de los 25 a los 29 años, los datos de CEPAL, señalan que las cifras son de 54% y 38%. La diferencia es notoria. Brasil y Bolivia, comparten con México este panorama de pobreza rural juvenil.
La situación es tan grave que los especialistas en medición hablan de “condiciones deficitarias”, “como mujer, joven, indígena, rural, pobre, con escasa o nula educación, y otras”. Es terrible que se considere que la juventud pueda considerarse una “categoría deficitaria”, a la que se van sumando “desventajas acumuladas” o históricas, ser “mujer”, ser “indígena”, ser “rural” y a las que de manera indudable se añaden nuevas “desventajas”. Abandonados a su suerte por un Estado que no generó ni las estrategias, ni el proyecto, ni las políticas necesarias para atender a un importante sector de la población mexicana, que alcanzó en 2005 su pico demográfico (el mayor número de jóvenes en la historia del país), los jóvenes en condición de pobreza, urbana, pero especialmente rural, han tenido tres caminos básicos: la migración (nacional e internacional), la vinculación a actividades no legales y, la aceptación de la pobreza y la exclusión como forma inevitable de vida.
Ya para 1997, la OPS (Organización Panamericana de la Salud), señalaba que un análisis de las tasas de mortalidad en la región mostraba que las principales causas de defunción del grupo
de 15 a 19 años de edad, las principales causas de defunción son los accidentes, el homicidio,
el suicidio, los tumores malignos, las enfermedades del corazón y las complicaciones del embarazo, el parto y el puerperio", con una mortalidad mayor de los varones. En 10 de los 21 países que considera la OPS en su informe, con una población de más de un millón de habitantes, el homicidio ocupa el segundo lugar entre las principales causas de defunción del grupo de 15 a 24 años de edad, y es una de las cinco causas principales en 17 de esos países. Las mayores tasas de mortalidad por homicidio se registran en hombres de 15 a 24 años de edad.
Retomo dos datos claves de la Sexta Encuesta Nacional sobre Inseguridad, realizada por el ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad), publicada en Octubre de 2009. El primer dato refiere a la edad de las víctimas (no necesariamente fatales), puede apreciarse como el porcentaje más alto se concentre en los y las jóvenes de 20 a 29 años.
Pero quizás, lo más relevante para dar sentido a mi respuesta tiene que ver con que ser hoy joven en América Latina, no es tarea sencilla. A veces los datos ayudan. Según datos recientes de la CEPAL, en el grupo de jóvenes urbanos que va de 15 a 19 años de edad, existen de más de 4 millones de pobres en Brasil, casi 3 millones en México y más de 1 millón en Colombia. En términos relativos, las situaciones más preocupantes se advierten en Honduras (70% de adolescentes urbanos en situación de pobreza), Ecuador (58%), Bolivia (53%), México (50%).
Esta la pobreza es además sistemáticamente más elevada entre las mujeres jóvenes, según se verifica en todos los grupos etarios jóvenes. Entre los jóvenes urbanos de 20 a 24 años, la pobreza afecta al 38% de los varones y al 49% de las mujeres en Bolivia. En México las cifras son 39% en los varones y 47% en las mujeres jóvenes; en República Dominicana los datos son de 22% y 29%. Señala la CEPAL que la situación de pobreza en lo que toca a género es menos desigual en Uruguay (7% y 9%), Colombia (38% y 41%) o Chile (16% y 19%), pero enfatiza el informe que en ningún lugar la tendencia cambia de signo, es decir, que las mujeres jóvenes pobres son más numerosas que los hombres o, planteado en términos menos “asépticos”, las mujeres con más frecuencia y en mayor número viven en situación de pobreza.
Se ha dicho hasta el cansancio que la pobreza no es un factor causal de la violencia. Yo suscribo esta afirmación, sin embargo es importante de-construir lo que conlleva la condición de pobreza para calibrar como ésta, trae aparejados un conjunto de elementos que al restringir los procesos de incorporación social (educación, empleo, salud, cultura, ocio, incluso derechos humanos), que operan como activadores de violencia, tanto la que es ejercida contra los jóvenes, como la ejercida por ellos. La situación en México es compleja, pese a que la mayor parte de su población se concentra en zonas urbanas, alrededor del 24% de los mexicanos vive en áreas rurales. De nueva cuenta los datos de la CEPAL, son útiles para calibrar el tamaño de la desesperanza en múltiples zonas del país, azotadas por la violencia del narcotráfico, la presencia del ejército y otros grupos aún no claramente reconocidos. Por ejemplo, en el grupo que va de 15 a 19 años, la pobreza rural alcanza a un 63% de los jóvenes (en comparación con 50% de sus pares urbanos); entre los jóvenes de 20 a 24 años, la cifra es de 57% en la zona rural y un 43% en la urbana; en lo que toca al grupo que va de los 25 a los 29 años, los datos de CEPAL, señalan que las cifras son de 54% y 38%. La diferencia es notoria. Brasil y Bolivia, comparten con México este panorama de pobreza rural juvenil.
La situación es tan grave que los especialistas en medición hablan de “condiciones deficitarias”, “como mujer, joven, indígena, rural, pobre, con escasa o nula educación, y otras”. Es terrible que se considere que la juventud pueda considerarse una “categoría deficitaria”, a la que se van sumando “desventajas acumuladas” o históricas, ser “mujer”, ser “indígena”, ser “rural” y a las que de manera indudable se añaden nuevas “desventajas”. Abandonados a su suerte por un Estado que no generó ni las estrategias, ni el proyecto, ni las políticas necesarias para atender a un importante sector de la población mexicana, que alcanzó en 2005 su pico demográfico (el mayor número de jóvenes en la historia del país), los jóvenes en condición de pobreza, urbana, pero especialmente rural, han tenido tres caminos básicos: la migración (nacional e internacional), la vinculación a actividades no legales y, la aceptación de la pobreza y la exclusión como forma inevitable de vida.
Ya para 1997, la OPS (Organización Panamericana de la Salud), señalaba que un análisis de las tasas de mortalidad en la región mostraba que las principales causas de defunción del grupo
de 15 a 19 años de edad, las principales causas de defunción son los accidentes, el homicidio,
el suicidio, los tumores malignos, las enfermedades del corazón y las complicaciones del embarazo, el parto y el puerperio", con una mortalidad mayor de los varones. En 10 de los 21 países que considera la OPS en su informe, con una población de más de un millón de habitantes, el homicidio ocupa el segundo lugar entre las principales causas de defunción del grupo de 15 a 24 años de edad, y es una de las cinco causas principales en 17 de esos países. Las mayores tasas de mortalidad por homicidio se registran en hombres de 15 a 24 años de edad.
Retomo dos datos claves de la Sexta Encuesta Nacional sobre Inseguridad, realizada por el ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad), publicada en Octubre de 2009. El primer dato refiere a la edad de las víctimas (no necesariamente fatales), puede apreciarse como el porcentaje más alto se concentre en los y las jóvenes de 20 a 29 años.
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Esto muestra que el ejercicio de la violencia sistemática, se concentra entre los jóvenes. Algo no funciona en este país.
Y el dato que cierra esta reflexión es, justamente lo que parece no estar funcionando, las instituciones que, hasta aviso en contrario, siguen siendo las responsables y garantes de la seguridad en el país. El cuadro de la Encuesta de ICESI, es elocuente, pero por supuesto hay más fuentes que corroboran este lamentable cuadro:
2 comentarios:
Pero es más grave aún lo que hay mas allá de la desconfianza en las instituciones, ya que las mismas actuan como un mecanismo de contención y represión juvenil, no se si sea una teoría muy conspirativa, pero este reanimado deseo y puesta en acción del cambio de las relaciones sociales que los jovenes demuestran con creatividad y carnaval pone en jaque a todo el sistema y su unica respuesta es el exterminio porque ya la coptación no funciona, me preocupa mucho la guerra que se pueda desatar porque estamos desprotegidos de la opinión pública
Muy buen post
Te invito a conocer un blog de humor KLOS NEGOCIADOS DEL PRO: el fabricante de colchones.Nadie se dio cuenta de q los fachos q entraban a pegar y a quemarle los colchones a los okupas era por un negociado de don Simons con Santili. Primero se los proveía al gobierno de la ciud ......ad, después los incineraban y se los volvían a vender. Un anticipo de la historia:
- "De adolescente, el investigado, ya era vago y soñador. Por eso, se empleó como sereno en "La Cardeuse". Sin embargo, como le sobraban energías, se convirtió en un asalariado fulltime: el dueño de la empresa le permitió que de día ejerciera como probador de colchones.
El gran salto de calidad en la vida de don Simons se dio cuando se le ocurrió una revolucionaria idea. En vez de promocionar los colchones por TV con una agraciada modelo con poca ropa, ubicó a una despampanante mina en bolas en la vidriera del negocio recostada sobre los colchones.
Gracias a este artilugio, se vendieron una enormidad de colchones. Aunque el dueño del negocio fue arrestado por promover la prostitución, don Simons zafó porque lo defendió el mismo abogado de Tinelli.
... Después hizo otra innovación muy original. Comenzó a vender los colchones con una chica incorporada. Esta estaba aleccionada para que, en caso de que se presente la policía, se excuse diciendo que ella formaba parte de la promoción "pruebe los colchones en pareja".
El negocio cerraba perfectamente pues una vez que el cliente se la llevaba con el colchón, unos matones que trabajaban para don Simons se encargaban de rescatarla.
...Creo que don Simons se inspiró en dos prosperos comerciantes del barrio para idear sus tácticas comerciales. Uno es el veterinario Pajarito Gómez que siempre vendía el mismo perro y se justificaba diciendo que él nunca había engañado ya que siempre le aclaraba a los potenciales clientes que se trataba de un animal muy fiel (siempre volvía con él). El otro caso es el del funebrero Benito Mátelas, en cuyo local había fallecido un tipo de un paro cardíaco, y como nadie lo reclamó, en vez de darle cristiana sepultura, lo dejó recostado en un atúd como publicidad.
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