Doctor Robles, renuncie, por favor. Lea las razones.
22 de mayo de 2013
El 12 de febrero de 2010, con la
voz endurecida por el dolor, Luz María Dávila, le dijo al entonces Presidente
Calderón: “No puede ser que diga que eran pandilleros, si estudiaban y
trabajaban”. Ante un paralizado Calderón que solo atinaba a asentir con la
cabeza, Luz María o “Madre Coraje” como se le llama cariñosamente en las redes
sociales, le reclamó: “No me diga que sí, haga algo señor presidente! Ella y
varias otras madres habían logrado romper el cerco de seguridad que el Estado
Mayor Presidencial había efectuado para impedir la entrada al centro social
Cibeles donde a su regreso de Japón, “el presidente del empleo” se reuniría con
organizaciones y la clase política de Ciudad Juárez, para calmar las aguas que
se habían desbordado –nacionalmente-, por sus declaraciones sobre la masacre de
Villas de Salvárcar, un barrio popular en la frontera más vigilada del mundo, en
la que un comando armado atacó una fiesta de jóvenes con el resultado de 18
muertos y 10 heridos de entre 15 y 20 años. Y es el que Calderón afirmó sin
dudar que lo de Villas de Salvárcar, era resultado de un “ajuste de cuentas entre pandillas”.
Nada nuevo bajo el sol, desde
hace mucho tiempo las autoridades encontraron en la figura del “pandillero” un
blanco perfecto para descargar su incompetencia, su autoritarismo y la
justificación de su accionar violento y sin respeto a los derechos humanos. Un
sector nada desestimable de la sociedad, atemorizado por el incremento de la
violencia, hallaron en la figura del “pandillero”, un receptáculo para
canalizar sus miedos y en muchos casos, un odio social sorprendente. Si es “pandillero”
está bien que lo golpeen, que lo encarcelen por delito de portación de cara y
por ser “sospechoso de ser sospechoso”. Basta con suponer o imaginar que estos
jóvenes -que son legión en este país que le declaró la guerra a sus jóvenes
hace mucho tiempo-, son “pandilleros” para que se justifique el uso de fuerza
desmedida y la violación a los derechos humanos.
Si no miramos hacia atrás, es difícil
entender por ejemplo, que un Alcalde en funciones, priísta en este caso, pueda
afirmar con absoluta impunidad lo siguiente?
“Yo les puedo
decir que en los operativos anti-pandillas, todas las noches agarramos a
macanazos a más de 70 jóvenes y esos más de 70 jóvenes, a la mejor 2 0 3 tienen
orden de aprensión, a la mejor 1, 2 o 10 tienen drogas y son consignados. Pero
los otros 60 son soltados, porque son faltas administrativas y van a seguir
generando problemas de vandalismo y van a seguir generando problemas de
drogadicción y van a seguir generando problemas de inseguridad.” (Héctor RoblesPeiro)
¿Qué hay detrás de una
declaración de este calibre? Porque no se trata solamente de un desliz
discursivo, sino de algo mucho más profundo, mucho más hondo, mucho más grave.
Lo que aquí se esconde es el reconocimiento explícito de una concepción de la
seguridad, del poder, de los derechos humanos y, de manera especial, una idea
clara de quiénes son esos jóvenes de los barrios marginales, empobrecidos;
jóvenes abandonados por el Estado, por los gobiernos y por una sociedad que
prefiere mirar hacia otro lado y confortarse al resguardo del relato de “buenos
contra malos”. Hay delincuencia, es indudable, que los jóvenes han sido
protagonistas de las violencias que hoy nos habitan, tanto como víctimas como
victimarios, es también innegable.
Entre el 2000 y 2008, en México
fueron asesinados 36 mil 444 adolescentes y jóvenes entre 10 y 29 años de edad,
un promedio de 4 mil 500 por año. Con esa cifra, el país se ubica en el tercer
lugar en un comparativo con Brasil, Colombia, Guatemala y Argentina. Algo muy serio está pasando en México.
¿Qué hicimos mal como sociedad
para abrirle las compuertas a la violencia?, ¿En qué momento, como diría Vargas
Llosa, se jodieron muchos de nuestros jóvenes y con ellos y ellas, el país
entero?
La delicada situación por la que
atravesamos requiere lo mejor de la imaginación política, requiere de una
lógica que privilegie los derechos humanos, la generación de opciones reales,
dignas para millones de jóvenes que hoy viven en situación de desamparo, en el
límite de lo posible.
El 20 de Junio de 2008, en el
operativo policiaco “New´s Divine”, una discoteca en el Distrito Federal, 9
jóvenes murieron por errores en el procedimiento –por decirlo suavemente-. Marcelo Ebrard, en ese entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal,
destituyó al encargado del operativo Guillermo Zayas González. Sacrificar
mandos medios para enfrentar la crisis. También le costó el puesto a Joel
Ortega, jefe de la Policía y al Procurador
capitalino, Rodolfo Félix.
El memorial de agravios contra
nuestros jóvenes, hijos, sobrinos, hermanos, cuñados, novios de alguien como
nosotros, es amplio y no tiene partido político. Cuando Robles Peiro declara
que “el no politizará el tema”, vuelve a la misma vieja y lamentable historia
de este país (que merece algo mejor): todo se reduce a un pleito entre tribus
partidistas y a una contención de daños que no considera al centro a los
propios jóvenes.
Lo dijo el panista Ramírez Acuña,
en 2004 cuando padres de familia, la editorialista Mónica Pérez Taylor y yo,
nos sentamos en Casa Jalisco para exigirle su reconsideración sobre los jóvenes
detenidos en una rave en Tlajomulco, donde fabricaron casos contra jóvenes que
no podían defenderse: actuaremos con apego a la ley.
Hoy, en este 2013, Héctor Robles
Peiro, considera que lo suyo fue un “error discursivo” y que "hay que pasar la
página". Esta noche, querido e hipotético lector, lectora, muchos de nuestros
jóvenes miran hacia el abismo.
No bastan las destituciones de
mandos medios. Es urgente que la sociedad recapacite, no es suficiente
encerrarse en un coto privado, rezarle a la Virgen o a la Santa Muerte; no
alcanzan los amuletos. Lo que va en juego son esos miles, millones de rostros y
cuerpos juveniles que todavía apuestan por la vida, por el rap, el hip hop, por el
graffitti, por el arte, porque creen que
aún es posible mantenerse de este lado de la orilla.
Héctor Robles Peiro, Alcalde de
Zapopan, un municipio conflictivo de Jalisco, debe evaluar con honestidad su
capacidad para gobernar una plaza en disputa. Los enemigos no son los jóvenes
de los barrios, ellas y ellos, son víctimas de la metástasis que se llama "crimen organizado".
Y, la pedagogía de la macana,
solamente contribuye a expandir la fuerza de los oscuros. Doctor Robles,
renuncie, por favor y abra la puerta para una investigación de fondo. A macanazos el tejido social no se repone.
5 comentarios:
Si con tal claridad en el mensaje, no hay claridad en la respuesta... hay que insistir, traducir, presionar, exigir, para que los servidores públicos sean eso.
Amiga Magdalena, tu comentario no tiene claridad, ajajajaa, es una respuesta perfecta para un post tan poco claro como el de la señora Ruguillo. Señora Ruguillo, usted es el perfecto ejemplo de la fábula de los cangrejos, no ayuda no ayuda pero bien que critica y no deja hacer cosas buenas a los demás. Dé propuestas! No critique! Para tirar piedras siempre hay gente, usted es una más?
Luis Fdo. Gómez: dices que la Doctora Reguillo no ayuda y no deja hacer cosas buenas a los demás, dime... cuáles cosas buenas y a quién?? Y dices que no ayuda y no da propuestas... léela un poco más, porque si algo conozco de ella son precisamente sus propuestas para resolver los problemas de los jóvenes en México.
Tan bien la conoces que firmas como anónimo, ajajajaa. Muchos que tienes. Tú que la conoces también, pásame unos links donde pueda encontrar esa info... ¡gracias amigo Anónimo! Atte. Luis Fdo. Gómez
Luis Fdo.: con mucho gusto te paso un link: http://www.portalcomunicacion.com/catunesco/download/rr_cat.pdf Saludos! Atte. Alberto Obregón
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