No es Nulo, yo lo anulo: La política del hartazgo ciudadano

9 de junio de 2015



Escribí este ensayo-análisis del movimiento anulista de 2009. En Junio de 2015 y dado que no está disponible en la web, me ha parecido pertinente re-circularlo porque da cuenta del movimiento social detrás o al frente del "voto nulo" como opción política.
Considero que puede resultar de interés en dos sentidos: qué se planteaban o nos planteamos los anulistas en el contexto político del 2009 y cuáles fueron las agendas que articularon el movimiento; y, en segundo término porque evidencia algunos antecedentes del activismo en red o, el activismo combinado (calle-red) que puede ser útil para leer las movilizaciones del 2012 (#YoSoy132) y las de Ayotzinapa.

La referencia bibliográfica es la siguiente:

--> No es nulo, yo lo anulo. La política del hartazgo ciudadano en Marco Antonio Cortés Guardado y David Gómez Álvarez (coords.) El voto en Jalisco: crisis, elecciones y alternancia 2009. IEPC Jalisco, U. de G. e ITESO, México 2010 Pp. 125-134  ISBN 987-607-8054-02-2  


No es nulo, yo lo anulo: La política del hartazgo ciudadano 


Los diversos desajustes del orden social tienen efectos sobre la función representativa de la democracia. No obstante, en lugar de enfocar la “crisis de representación”, me parece más fructífero poner de relieve la dimensión productiva de la política –la producción de sociedad. Vale aquí lo que Paul Klee dijo del arte: no reproduce lo visible, lo constituye. ¿No es ello la auto-determinación democrática?
Norbert Lechner


 “No soy gato de nadie” y “No voy tras ningún hueso”, fueron las frases insignias de “Fidel el candidato de la perrada”, un perro pit bull que convocó a numerosos simpatizantes y seguidores durante las elecciones intermedias de 2009 en Jalisco. Un campaña con pocos recursos económicos pero con mucha creatividad y sentido del humor; una campaña ideada por Carlos Delgado, un joven egresado de Ciencias Políticas y un pequeño grupo de exlíderes estudiantiles de la Universidad de Guadalajara, el perro Fidel, supo recoger, interpretar y expresar el hartazgo de muchos ciudadanos frente al escenario político local y nacional y, convertirse en uno de los símbolos más destacados de los movimientos anulistas en el estado, aunque su fama desbordó las fronteras locales y, a través de Facebook, su propio blog y la visibilidad mediática[2] que alcanzó, el “candidato de la perrada”, aglutinó una enorme diversidad de descontentos y se convirtió en el simpático vehículo de una profunda y severa crítica ciudadana a la partidocracia, al autismo de la clase política y especialmente, fue expresión del cansancio ciudadano frente a la ausencia de una cultura de la rendición de cuentas. Fidel CANdidato, fue una entre las múltiples y diversas estrategias ciudadanas que marcaron el escenario electoral del 2009.

El llamado “voto nulo” que logró en las urnas un nada despreciable 5.39% en los votos nacionales y un 5.2% en Jalisco[3], no tuvo un epicentro particular, ni una plataforma única. Si bien es cierto que a nivel nacional, algunas voces de analistas políticos y activistas de la capital del país[4], pesaron mucho para colocar en la agenda la posibilidad de convertir la anulación del voto en un instrumento de presión ciudadana, estos se vieron rápidamente rebasados por un fuerte activismo –principalmente juvenil-, que se apropió de maneras diversas de la idea y descartó rápidamente cualquier tipo de liderazgo intelectual o político a la “antigüita”, es decir, con un “centro” pensante claramente definido que dicta agenda y un movimiento amplio o no, que la acata, la sigue, la reproduce. En el “voto nulo”, varios factores operaron para hacer de su “esencia”, algo horizontal, desacralizador, participativo y ampliamente festivo, lúdico. Destaco las tres que me parecen más importantes.
             
En primer término es importante destacar que la anulación del voto convocó de manera prioritaria la participación de ciudadanas y ciudadanos menores de 35 años[5]
La composición generacional jugó un papel determinante en el modo y procesos de articulación de los movimientos por la anulación del voto, confiriéndole una característica importante: el retorno de los jóvenes al escenario de la política formal[6], expresado en su rechazo a esta política pero asumiendo, a diferencia de otros momentos de la historia reciente del país, una posición activa y crítica. Pero más allá del (necesario) análisis de la transformación de la cultura política de los jóvenes mexicanos, lo que quisiera enfatizar, es que la variable “juventud”, operó dos cuestiones fundamentales: una transformación en las reglas del juego y el descentramiento de los protagonismos. Ambos aspectos, a mi juicio, una ganancia para la democracia.

De igual manera, considero central la “escolaridad” de los anulistas. Una de las críticas principales de los detractores del “voto nulo”, los políticos principalmente, acudía de manera frecuente a la “teoría de la manipulación”, es decir a que esta opción política estaba marcada por el analfabetismo o error. Los datos indican que entre los anulistas el 51% tenía estudios universitarios o más y un 28% estudios a nivel de preparatoria (Encuesta de salida, Parametría, op. Cit.). Así, puede afirmarse que la opción por el voto nulo se asoció de manera clara y directa con el nivel de formación e información con la que estos electores contaban. No se trató nunca, me parece, de un puñado de analfabetos manipulables, sino de una franja ilustrada de jóvenes ciudadanos que decidieron optar por anular el instrumento que, en términos formales, habilita la condición ciudadana y al optar por ello, expresar de manera rotunda una crítica frontal contra un sistema político que no convence, que no representa. Anular el instrumento es la forma más sutil y al mismo tiempo más brutal, de expresar un rechazo al sistema político. No se trata de un “no” a un partido específico, a una plataforma, a una forma de gobierno, es una negativa a mantener el simulacro de una democracia donde solo los partidos ganan.
Y, el tercer elemento, fundamental, que se articula de maneras claras, precisas, contundentes con los otros dos asuntos ya esbozados, es lo que quisiera llamar aquí, “ciudadanía virtual”, no en un sentido peyorativo, sino por el contrario, tratando de traer a primer plano la irrupción de la Internet y las nuevas tecnologías a la conformación y al ejercicio de la política. El “voto nulo”, no puede entenderse al margen de estos dispositivos, principalmente: correo electrónico, Facebook, Twitter, Blogs, dispositivos todos que han trastocado el rostro de la política.  
       
Dijo Lechner que “para gobernar diferente habrá que prestar atención a los cambios culturales” (2002; 118) y, en el caso de los movimientos anulistas, esto cobra particular relevancia. El ciberespacio se convirtió en el foco principal de un movimiento que fue creciendo y expandiéndose en un complicado e intenso proceso de redes o mejor de rizomas (Deleuze y Guattari, 1994). Intento explicarme. Planteado de manera simple y esquemática, la figura del “rizoma”, alude a un conjunto de líneas de fuga, a un mapa en permanente elaboración capaz de conectar de manera simultánea múltiples puntos, con un principio de desterritorialización (no hay un territorio único donde fijar el sentido, porque el sentido se construye a través de los distintos nodos en conexión) que configura un mapa “abierto, desmontable, reversible, susceptible de recibir constantes modificaciones” (Ibid; 22). El llamado “voto nulo”, articuló a la manera de un rizoma a un ejército de cibernautas que encontraron en la “anulación del instrumento”, una manera no sólo de expresar su crítica, sino de manera mucho más importante, un mecanismo de conexión y vinculación con un “nosotros ciudadano” cansado de un sistema inamovible y distante. La Red, posibilitó la articulación entre los diferentes, hermanados por el cansancio, el desencanto y el hartazgo frente a la instrumentalización de la política en función de intereses partidistas.
           
“En muchas casos, la vida cotidiana de las personas está atravesada por emociones y sentimientos a los cuales no sabe poner nombre. Y sin nombre, no hay manera de reflexionar y de conversar y de compartir los dolores y las penas. No hay maneras de generar confianza entre las personas y por ende, no habría base subjetiva sobre la cual construir cohesión social” (Lechner; 2002; 119). Y, justamente, lo que logró el “voto nulo”, fue poner un nombre, bautizar, articular, conferir un espacio para esos sentimientos dispersos, para ese malestar expandido frente al escenario político mexicano.  Y todo ello, no hubiera sido posible, sin las herramientas y los dispositivos de la Red. 

Blogueros, feisbukeros y twiteros, lograron construir y conformar un espacio público paralelo  –si bien reducido, por sus propias características-, en el que “Patricia”, “María”, “Fernando”, “Jesús”, “Carlos”, “Alberto”, “Jaime” y otros muchos, pasaron de la condición de receptores a la de emisores activos, analistas políticos, reporteros, editorialistas, en síntesis protagonistas, transformando y dando sentido en cada “post”[7], a lo que se conocería como el Voto Nulo.
            
Sin embargo, es importante decir que la fortaleza de este movimiento múltiple fue simultáneamente su límite: el acceso a Internet supone ciertas condiciones y un inmenso número de ciudadanas y ciudadanos mexicanos carecen no solo de estos instrumentos, sino de los satisfactores más elementales. Según la Encuesta de Salida de Parametría, ya citada, 43% de los anulistas, dijo percibir más de 7 salarios mínimos[8], lo que implica una importante conformación del movimiento y un dato clave. Pese a los esfuerzos del grupo “Anulo mi voto, Jalisco”, por revertir esta situación, con visitas fuera de la zona metropolitana, talleres, conferencias e interacción con diversos grupos y organismos sociales (Un Salto por la Vida, entre otros muchos), es importante señalar que la fuerza del “voto nulo”, estuvo articulada a Internet y su lógica “rizomática”, que logró es cierto, un importante impacto (prácticamente sin recursos) pero que encontró su propio límite en los dispositivos digitales.
             
En síntesis, tanto en Jalisco, como en el resto del país, el movimiento anulista, tuvo varias características importantes:

a) conformación y preponderancia de la participación juvenil
b) alta escolaridad y formación de sus promotores y seguidores
c) capacidad de acceso tecnológico y dominio de la lógica de las redes sociales y demás dispositivos de la Internet
d) formación político-cultural arriba de la media, derivada tanto de la escolaridad, de la posición socioeconómica, como especialmente, y esto es clave, del acceso a la “cultura-mundo”[9].

A lo largo de los intensos, ajetreados, convulsos, tensos pero  divertidos meses previos a las elecciones del 5 de Julio de 2009, asistí a lecciones intensivas de empoderamiento ciudadano; aprendí lógicas y lenguajes cibernéticos; discutí con jóvenes, estudiantes, periodistas, analistas, politólogos, líderes y académicos; entendí de manera vivencial, lo que Lechner llamó la “subjetivación de la política” y pude constatar en el análisis de los medios de comunicación convencionales y de los actores políticos, la distancia, la brecha, el desafío que “un” movimiento como el voto nulo, significaba: la política se había desplazado, a la manera de las placas tectónicas y los movimientos sísmicos, a lo que Ranciére llama “los bordes de lo político” (2007), el “voto nulo” sacudía las cortezas de un espacio político que durante demasiado tiempo ha ignorado al interlocutor ciudadano, las transformaciones culturales, la autodeterminación democrática y no ha logrado calibrar el tamaño del enojo y el cansancio ciudadano.

A través de un intenso proceso de decantación de diferencias, disensos y desacuerdos, pero con el principio básico de insatisfacción e inconformidad frente a los modos de hacer política de los partidos y del gobierno, el movimiento anulista, se articuló en Jalisco primero y luego a nivel nacional, alrededor de tres exigencias básicas: Reducción del financiamiento a partidos políticos y rendición de cuentas; democracia directa y participativa con revocación de mandato, plebiscito, referéndum, iniciativa popular; y, candidaturas ciudadanas. Esta “pequeña” agenda ciudadana, se conformó a su vez en torno a tres grandes principios: 
 
1.    DEMOCRACIA DIRECTA
Plebiscito, Referéndum, Iniciativa Popular y Revocación del Mandato…
Consultas ciudadanas: regulación y alcances.
Figuras de Participación Ciudadana (consejos ciudadanos, asociaciones vecinales, comités ciudadanos, etc.): normatividad, alcances y límites.
Presupuestos participativos.

2.    DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Candidaturas ciudadanas
IFE: integración, facultades, funcionamiento y financiamiento.
Regulación de partidos políticos: democratización, financiamiento y rendición de cuentas.
Campañas y precampañas (regulación, fiscalización, financiamiento...)
Regulación del Voto Nulo.
Segundas vueltas.

3.    RENDICIÓN DE CUENTAS, TRANSPARENCIA Y DERECHO A LA INFORMACIÓN.
Tipos y situación actual de la Rendición de cuentas  en México.
Contraloría social: fortalecimiento del control social sobre los poderes públicos.
Transparencia y derecho a la información: normatividad, sanciones y órganos garantes.
Sueldos y prerrogativas de los servidores públicos.
Fuero político y delitos derivados del ejercicio del poder: regulación y sanción.
Servicio Civil de Carrera.
            
Tres áreas o aspectos que han venido alimentando la identidad, la conformación y la continuidad del “voto nulo”, como se describe en la última parte de este ensayo.

Política viral: la subjetivación de la política

La mañana del 29 de mayo de 2009, la propaganda electoral con los candidatos de los diferentes partidos para las Alcaldías o Presidencias Municipales en la Zona Metropolitana de Guadalajara, amaneció intervenida: una enorme nariz roja de payaso había sido colocada en las fotografías “fotochopeadas” y electoreras –como dicen los jóvenes-, de los contendientes, en distintos puntos de la ciudad. El “Colectivo Panza de Payaso”, conformado por una decena de jóvenes, en un acto de intervención urbana, trastocó el signo de la publicidad electoral, dejando en claro, cuál era la opinión que los políticos candidatos merecían a los ciudadanos agrupados alrededor del voto nulo[10]



La toma simbólica de la ciudad fue creciendo y en pocos días, a la nariz de payaso colocada en los carteles de propaganda política, se sumaron diversas estrategias: esténciles con las frases “Anúlalos”, “Anula tu voto”, “Anula así”[11]; y, poco después, el mismo Colectivo, implementó el “grafiti de luz”, proyectando tanto en edificios históricos, la fuente Minerva y diversos anuncios en la ciudad, en una complicada y sofisticada performance nocturna que llamó la atención de los medios de comunicación y que sería adoptada –con asesoría jalisciense-, por los anulistas del Distrito Federal y de Monterrey[12]





En la búsqueda de una interlocución con la ciudadanía y tratando de trascender el espacio virtual, el movimiento anulista en Jalisco, ya compacto y con contornos más precisos para fines de mayo, tanto en sus demandas como en su conformación, decidió organizar otra performance ciudadana: el llamado “Árbol de los agravios”. La performance, tuvo lugar el domingo 14 de junio de 2009, se invitó a la ciudadanía al Parque de la Revolución (mejor conocido como el Parque Rojo, por los jóvenes de esta ciudad), se trataba de escribir y colgar de los árboles del parque, la lista de agravios ciudadanos. Muchos llegaron aquel domingo a colgar de los árboles su mensaje de agravio y desencanto: “No más violencia y corrupción”, “Quiero recuperar la vida pública y ejercer la política”, “Políticos: no sólo tenemos votos, también tenemos voz. Escúchenos”, “3/4 partes del país en la miseria y los funcionarios con salarios altísimos”, “Quiero un país donde todos tomemos decisiones, dialoguemos con otros y respetemos la libertad y la tierra”[13]

Y así al “árbol de los agravios”, los esténciles, el grafiti de luz, el uso intensivo de las redes sociales, se fueron sumando actos de intervención urbana, talleres, boletines, flayers, carteles, calcomanías y de manera destacada, la “vitamina ciudadana”, una cajita que asemejaba una medicina con todas las de la ley que contenía “medicina” para “curar el hartazgo” y fortalecer “el músculo ciudadano”. La imaginación político-cultural no encontró límites. A todas estas estrategias se sumó una activa participación en medios de comunicación: radio, prensa y en algunos casos, televisión.
             
Pero como ya señalé, fue en Internet, donde el movimiento alcanzó su mayor potencia y convocatoria y donde se perfiló un espacio público que convocó una importante y nutrida participación, debates, críticas, planteamientos serios, bromas constantes y de manera especial, el sentimiento de una comunidad de pertenencia. Y en torno a este asunto es que considero que el “voto nulo” constituyó no solo un novedoso movimiento político local y nacional, sino además un espacio para repensar lo político, sus lenguajes y sus formas. Cuando la política se ha convertido, para muchos ciudadanos, en sinónimo de cinismo y abuso de poder, el “tache a todos”, el “para políticos nulos, votos nulos”, el “mi voto no es nulo, yo lo anulo”, configuró a la manera de Raymond Williams, una “formación emergente”, una fuerte “estructura del sentir” (2000; 157).
            
En Marxismo y literatura, Williams, uno de los padres de los estudios culturales de la escuela de Birmingham[14], elaboró la noción de “estructuras del sentir”, como una hipótesis cultural que, distanciándose de los conceptos más formales de “concepción del mundo” o “ideología”, posibilita entender y analizar la experiencia social en el presente, donde en virtud a la subjetividad desplegada se opera una “perturbación” o una modificación a las formas sociales manifiestas, dominantes o preestablecidas, posible por dos cuestiones fundamentales: la articulación de presencia donde los significados son vividos y sentidos activamente y, porque un colectivo, así sea difuso, en virtud a la experiencia compartida, vuelve perceptibles y luego visibles relaciones y significados que “no estaban presentes”, así parafraseando a Williams, puede decirse que la ilegitimidad percibida del sistema político mexicano, deja de ser “sentida” como un problema de actores específicos o como fatalidad, para ser pensada y “sentida” como un agotamiento de ese sistema y la poca importancia que al interior de esas formas sistémicas, tiene la figura del ciudadano[15]. La “falla” entonces no es atribuible a actores concretos, sino a un sistema que favorece las condiciones para que esos actores operen. Y es justamente este elemento el que no logró entenderse o analizarse en los días previos y posteriores al 5 de julio, ya que se argumentó como “una de las tantas perversidades” atribuidas al voto nulo, que este terminaría favoreciendo el voto duro tanto del PAN como del PRI[16], lo que en términos fácticos puede ser cierto, pero que estaba muy lejos de las consideraciones de los anulistas, empeñados y enfrascados en plantear una crítica otra al sistema democrático mexicano y al desmesurado poder de los partidos políticos:

“Por un lado, todos los partidos aseguran que el voto nulo favorece a sus rivales: el PAN, que al PRD y al PRI; el PRI, que a los otros dos; el PRD, lo mismo y, los emergentes, que a los tres grandes. En suma, que el voto nulo favorece a todos y a ninguno…Ante la amenaza que el voto de protesta podría representar a sus intereses y privilegios, los partidos unen su voz en coro, cierran filas, emprenden una campaña negativa contra esta expresión cívica. ¿Cómo osamos protestar siquiera contra ellos? ¿Cómo poner en entredicho sus privilegios, salarios y financiamiento? ¿A razón de qué se nos ocurre pedirles cuentas? Somos tratados como sus empleados o, en el mejor de los casos, sus súbditos, no como sus representados, no como sus mandantes. Tenemos que callar y obedecer y, además, votar por ellos”[17].

Me parece que Crespo logra expresar con bastante agudeza lo que se discutía y se percibía en las redes diversas y heterogéneas que fueron articulándose a la opción por el voto nulo que en términos político-culturales se organizaba en torno al reconocimiento y no a la representación. Reconocimiento de la voluntad ciudadana y de su crítica al sistema político.
 
El voto nulo, convocó un numeroso sector de ciudadanos que insatisfechos con el sistema y las mediaciones para la participación en la esfera pública, optó por auto-organizar este descontento en una formación emergente: “participación política que no implica la pertenencia a un grupo, acciones que convocan a militantes y no militantes, a activistas permanentes y a ciudadanos que actúan espontáneamente en momentos coyunturales y se repliegan después. A esta organización, diferente al esquema clásico de los partidos políticos, los sindicatos o las asociaciones gremiales, se le conoce como política viral, porque emula las formas de propagación del virus” (Arditi, 2009; 13)[18]. Así, la fortaleza (y límites) del voto nulo, deben entenderse –a mi juicio-, a la luz de estos postulados: formaciones emergentes que surgen como expresiones y evidencias de un cambio en la subjetivación de la política; articulación de presencia que conlleva formas alternas a las existentes; sentimiento de pertenencia a una fuerza, a una causa, más que a una “organización”[19]; y de manera clara, a la posibilidad de dar espacio al “trabajo de la imaginación”, según la propuesta de Appadurai (2000), donde la imaginación (en su dimensión productiva y política), opera como “un escenario para la acción”. No es posible entender ni calibrar el impacto del voto nulo, sin poner en consideración que más allá de las (necesarias) diferencias, las “conversaciones colectivas” posibilitadas por el nuevo paisaje mediático y tecnológico, hicieron posible  la producción de otras condiciones colectivas de lectura, crítica y también de placer[20].
Complementaria a la propuesta de “estructuras de sentimiento” de Williams, Appadurai propone la noción de “comunidad de sentimiento”, a la que define como “un grupo que empieza a sentir e imaginar cosas en forma conjunta, como grupo” (2000; 23). El capitalismo electrónico tiene fisuras, no sólo produce patrones de consumo y nivelación de significados, sino que comporta la posibilidad (siempre infinita y no cerrada, para bien y para mal) de que sujetos diversos puedan comenzar a pensarse a sí mismos de maneras diferentes.
Varios días antes de las elecciones, por las redes de facebook, circuló un listado de “frases” alusivas al voto nulo, que sintetizan, me parece, lo que he tratado de argumentar: Uno, publicitario: “a qué no puedes anular sólo uno”; uno, porno-refranero: “a coger y a anular que el mundo se va a acabar”; uno musical: “a mover el nulo”; y el que apareció justamente la mañana del 5 de julio: uno, de ciencia ficción (que apelaba a la cultura cinematográfica de los más jóvenes): “Buenos días Wolverine, ¿mutamos nulo?”[21]. La lista era interminable, puso a prueba referencias culturales, memorias históricas y mediáticas, creatividad, pero lo más importante fue que concitó la participación colectiva (y anónima) de muchas y de muchos ciudadanos, jóvenes principalmente pero también “menos” jóvenes, que encontraron un territorio para la imaginación política y un espacio importante para la participación.
De la protesta a la propuesta o el voto nulo goza de cabal salud

 “Estamos aquí al amparo del artículo 39 constitucional que dice: La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. Esta fue el mensaje que acompañó a los anulistas re-constituidos en la Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA), en su aparición pública el 1 de septiembre, cuando frente al edificio de San Lázaro, es decir, frente al Congreso de la Unión en la Ciudad de México, “acompañaron” la toma de protesta de la nueva Legislatura (LXI), que no se dignó recibir a estos ciudadanos. El objetivo declarado de los anulistas fue la de “ofrecer un curso de inducción a los nuevos empleados” de los ciudadanos mexicanos; se trataba fundamentalmente de mostrar que el voto nulo había logrado –viento y pronósticos en contra-, trascender la coyuntura electoral y transitar de un movimiento coyuntural a la configuración de un territorio para la acción política ciudadana.
            
El movimiento anulista en Jalisco, mantuvo a lo largo del proceso electoral un alto perfil, varios de sus miembros o, mejor, simpatizantes, tuvieron una destacada y protagónica actuación nacional. Justamente el día 30 de junio, se celebró la primera reunión nacional de los anulistas en la Ciudad de México; ahí, con la presencia de 42 organizaciones ciudadanas de todo el país, se acordaron los tres temas aglutinadores del movimiento (ya descritos); esta reunión posibilitó impulsar y sobre todo “acuerpar” la heterogeneidad del movimiento y arribar al día 5 de julio con una mínima agenda compartida. Por mandato de la Asamblea Nacional, se decidió llevar a cabo una segunda reunión con el fin de evaluar los resultados del movimiento pero principalmente con el objetivo explícito de transformar la “protesta” del voto nulo, en una “´propuesta” ciudadana”. Así el día 18 de julio, tuvo lugar la Segunda Asamblea Nacional, realizada en la ciudad de Guadalajara, en la que algunos de los acuerdos básicos (y difíciles, dada la heterogeneidad de los participantes) fueron: 

a) trascender el momento coyuntural de las elecciones
b) poner a discusión la agenda y los puntos básicos votados por la primera Asamblea
c) generar y acordar la identidad del movimiento en la fase posterior a las elecciones
d)   adoptar una dinámica en red que privilegie la horizontalidad por encima de estructuras organizativas rígidas

Más adelante, el 15 de Agosto de 2009 en la ciudad de Tlaxcala, se llevó a cabo la tercera Asamblea Nacional, en la que se aprobó el documento articulatorio del movimiento y se planearon una serie de acciones para garantizar la continuidad. Está en marcha la preparación de la Cuarta Asamblea Nacional (a celebrarse en Monterrey), y a través de la Red, los ciudadanos y ciudadanas, jóvenes y menos jóvenes, que encontraron en el voto nulo un espacio para la construcción de consensos en el respeto a la diferencia y la pluralidad, han mantenido y potenciado esa “estructura del sentir”, en acciones concretas derivadas del convencimiento de que anular el voto, era el comienzo y no el resultado, en la búsqueda de un nuevo pacto nacional que coloque al centro al ciudadano.  

Por razones de espacio, muchos elementos importantes para calibrar lo que representó el voto nulo y su mutación a un movimiento ciudadano con una agenda clara y precisa, quedan por el momento fuera de los alcances de este ensayo; lo más importante, a mi juicio, estriba en la propuesta de un marco de intelección capaz de restituir la complejidad del tejido político/simbólico anudado por aquellos que optaron por la anulación del voto y el devenir movimiento ciudadano en el país real (no el país oficial o mediático). Ni en Jalisco, ni en el país, los anulistas fueron nunca “ni aquellos estúpidos que invitan a no sufragar”, imaginados por el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda; ni, “la mafia que le robó la presidencia”, imaginada por López Obrador. El imaginario democrático que fue simultáneamente constituyente de y constituido por el movimiento anulista, se construye de las experiencias, de las prácticas de los ciudadanos en el espacio público, un espacio público donde los individuos adquieren –diría Lechner-, la fuerza del colectivo. El horizonte de futuro que se plantea la ANCA, tiene, y con esto concluyo, tres cuestiones a su favor: experiencia acumulada, dominio y acceso a las nuevas tecnologías y sus nuevos lenguajes políticos y, una enorme voluntad de cambio y compromiso ciudadano.


Referencias bibliográficas
APPADURAI, Arjun (2000): La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires: Trilce/FCE.
ARDITI, Benjamin (2009): “La política viral es articularse con personas desconocidas y realizar una acción alternativa”. (Entrevista a Benjamin Arditi, por Raúl ACOSTA). Revista Magis No. 412,  Octubre/noviembre 2009. ITESO, Guadalajara.
DELEUZE, GILLES y Félix GUATARRI (1994): Rizoma, introducción. México: Ediciones Coyoacán.
LECHNER, Norbert (2002): Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política. Santiago: LOM.
MARTIN BARBERO, Jesús (2009): “Diversidad cultural y convergencia digital”, en Revista Alambre (director Anibal Ford), No. 2: http://www.revistaalambre.com/Articulos/ArticuloMuestra.asp?Id=36
ORTIZ, Renato (1997): Mundialización y cultura. Editorial Alianza, Buenos Aires, 1997
RANCIERE, Jacques (2007): En los bordes de lo político. Buenos Aires, Ediciones La Cebra
REGUILLO, Rossana (2007): Legitimidad(es) Divergentes. En Jóvenes Mexicanos: membresía, formalidad, legitimidad, legalidad. Encuesta Nacional de Juventud 2005. Tomo I. IMJ / SEP, México, 2007. pp. 75-133.
-----(2005): Leviatán desafiado. Los jóvenes frente al Estado mexicano, en Alberto AZIS NASSIF y Jorge ALONSO SÁNCHEZ (coords) El Estado mexicano: herencias y cambios. Sociedad civil y diversidad. T. III. CIESAS/Porrúa, México. pp. 197-228.
-----(2002): Jóvenes y esfera pública, en José Antonio Pérez Islas (Cord) Jóvenes Mexicanos del Siglo XXI. Encuesta Nacional de Juventud 2000. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud, Instituto Mexicano de la Juventud/SEP, México, 2002. pp. 254- 313







[2] Ver entre otras ligas: candidatofidel.blogspot.com; y http://www.youtube.com/watch?v=Qw4aYN9_a_c
[3] Para un análisis detallado del comportamiento del voto nulo en términos electorales, ver Jorge Alonso “El movimiento anulista en 2009 y la abstención” (mimeo). Según documenta el análisis de Alonso, en las elecciones federales en Jalisco de 2009 el mayor porcentaje de votos nulos se situó en Zapopan con 7.4%, seguido de Guadalajara con 6.4%.  Fue donde se concentró el voto nulo de la zona metropolitana. Además, añade que en 2009 hubo un incremento de 119% con relación a la elección anterior (2006, con 64 611 votos nulos frente a los 141 654 de 2009), y casi se duplicó el monto de votos nulos de 1991 (que alcanzó la cifra de 71 660).
[4] Me refiero a José Antonio Crespo, Sergio Aguayo y Denise Dresser, principalmente.
[5] 46% de los anulistas tienen menos de 35 años; 19% tenían entre 36 y 45 años; 17% de 46 a 55 años; 18%, 56 o más años. Según los datos de la Encuesta de Salida, contratada por los propios anulistas a la Empresa Parametría. Disponible en http://www.parametria.com.mx/carta-parametrica.phtml?id=4156
[6] Como estudiosa de las culturas juveniles y miembro del Comité técnico de las Encuestas Nacionales de Juventud (2000 y 2005), puedo decir que no había presenciado una activación política de los jóvenes mexicanos, desde 1994, cuando el movimiento zapatista irrumpió en la escena nacional. Para un análisis cuantitativo ver Reguillo, 2000; para un análisis cualitativo de estos elementos, ver Reguillo (2005)
[7] El término “post”, de uso generalizado en el idiolecto de la red, alude, propongo aquí, a las notas auto adheribles (post it), que se utilizan para escribir notas y pegarlas después a cualquier tipo de superficie. Los “post” pueden ser pensamientos, sentimientos, sensaciones, análisis, referencias o ligas a otros sitios. La Red, es un interminable envío de “post”.
[8] 37% de los encuestados dijo percibir de uno a 7 salarios mínimos y un 20% no contestó a la pregunta. Aunque el porcentaje de los que perciben menores ingresos no es desestimable, el dato de la escolaridad aunado a una percepción superior a 7 salarios mínimos, indica que la composición general de los anulistas se centra en una clase media ilustrada con ingresos adecuados.
[9] Por “cultura-mundo”, entenderemos de manera sintética, siguiendo a Ortiz (1997),  Martín Barbero (2009), Reguillo (2005), un eco-sistema comunicativo desterritorializado que se caracteriza por la compleja articulación de información en diferentes lenguajes y soportes.
[10] La acción quedó documentada en Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=otyHfMaxRJc. Para una visión de conjunto de la intervención, ver la nota de Público Milenio: http://www.milenio.com/node/222985
[11] Haciendo honor a la adrenalina de los viejos grafiteros, el Colectivo, dejó su marca anulista nada menos que los Arcos del Milenio, la polémica e inconclusa escultura urbana de Sebastián, entre otros difíciles espacios de la ciudad.
[12] Esta acción puede verse también en Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=qomtGHrQdWQ
[13] Ver la crónica de Natalia Barragán en http://www.milenio.com/node/231586
[14] Una de cuyas características y fortalezas, fue la de mantener en tensión analítica las dimensiones del poder y la política, con la cultura.
[15] Para ejemplificar de manera más nítida lo que intento argumentar, acudo a una larga cita de Williams: “la primera ideología victoriana, por ejemplo, consideró el abandono de los niños causado por la pobreza, las deudas o la ilegitimidad como un fallo o una desviación social; la estructura del sentir contemporánea […], consideró el abandono de los niños y el aislamiento como una condición general, y la pobreza, las deudas y la ilegitimidad como sus instancias conexas” (Williams, 2002; 157). Es decir, un problema deja de ser percibido y sentido como un asunto atribuible a fallos humanos y empieza a ser percibido y sentido, como una “consecuencia” de condiciones sistémicas.
[16] Según la Encuesta de Parametría, la “identidad” partidista de los anulistas se compuso de la siguiente manera: 12% PAN; 7% PRD; Otros partidos, 6%; PRI, 4%, y en un dato clave: Ningún partido: 66%. Hay aquí una fuerte llamada de atención a los Institutos Políticos, que están generando un desencanto entre sus propios simpatizantes. Sugiero al lector interesado la lectura del artículo de “Abstención y voto nulo”, de José Antonio Crespo. 13/07/09. Disponible en http://anulomivoto.blogspot.com/

[17] Ver José Antonio Crespo “El voto nulo, un peligro para México”. Excelsior, 10 de Junio de 2010. Disponible en http://www.exonline.com.mx/diario/columna/626449
[18] Ver la entrevista realizada a Benjamin Arditi por Raúl Acosta en “Revista Magis No. 412,  Octubre/noviembre 2009.
[19] En la Encuesta Nacional de Juventud (2000), planté al realizar el análisis del capítulo referente a la cultura política que los jóvenes se mostraban más interesados en participar en “causas” por encima de su interés en las organizaciones. Me parece que el movimiento nulo, ratifica de muchos modos, los hallazgos que por la vía cuantitativa obtuvimos en 2000: la intensa e importante participación de los jóvenes en este movimiento se vincula justamente a que éste se configuró como un espacio “desregularizado”, que dio lugar al “trabajo de la imaginación”, pincelando nuevos paisajes posibles.
[20] El deseo y el placer son categorías que cierto tipo de politología tiende a ignorar o a considerar como elementos residuales en sus análisis.
[21] El listado de frases alusivas ascendió según mis conteos a 152, algunas verdaderamente ingeniosas, otras menos. Selecciono aquí cuatro de ellas,  para ilustrar la “hipertextualidad” (el reenvío cultural) que sirvió de plataforma al movimiento anulista: una frase alude al conocido comercial de papitas; la que alude a la popular canción de Illya Kuryaky and the Valderramas “a mover el culo”; la que se desprende del refranero popular con fines diversos “a coger y a bailar, a coger y a beber, que el mundo se va a acabar y,  la última, a la caricatura y exitosa película de la saga “X men” y su protagonista mutante Wolverine.

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