La historia de Ye
22 de mayo de 2017
A la memoria de Tabata, maestra de maestras
Al contarles esta historia, no hago sino contarles mi propia
historia, mis afanes, mis apuestas y las
de mi familia, mis humanos favoritos.
Ye, es el nombre que le dimos a una bella perrita
adolescente que llego a nuestras vidas de maneras extrañas, como cuando el
destino, la vida, los astros, la energía o las casualidades te ponen frente a
una situación irrenunciable. Ye, apareció un día, junto con su madre, una
perraza de ojos amarillos, su hermana X, y seis adorables cachorros casi recién
paridos por la mami de Ye, en uno de esos sitios en los que todavía es posible creer en la
geografía mexicana y algún futuro imaginable, pese a tanta devastación y
violencia.
Llegaron juntas, una manada ruidosa, intensa y llena de vida
pero tan flaca que cada dos sumaban uno y uno apenas se perfilaba contra las
sombras de los árboles, gigantes jacarandas que custodian el lago de Chapala y
en esta época del año, van dejando alfombras moradas en las que Ye, sus
hermanos y su madre, se revolcaban en éxtasis. Con éxtasis Ye, devoraba la
comida que poco a poco, fue llegando sin faltar, cada día, dos veces, sin faltar una. No
es que fuera fácil, porque me olvidaba contarles que nuestra propia manada, la
que comparte nuestros días y nuestras noches, nuestras risas y nuestros llantos
y come y descome en proporciones apocalípticas está formada por 5 hermosísimos
perros, tres hembras hermosas como tarde de lluvia en el verano y dos machos,
tan querendones como una sobada con vaporub de abuelita en pleno invierno.
A
las alturas de eso que que los campesinos llaman la “canícula”, ese periodo del
año que ya viene anunciando los calores y las lluvias, ya nuestra manada sumaba
13 platos y vacunas, y varios kilómetros de idas y venidas, de consultas y
conversas con el que voy a llamar “Súper Pedro”, ese veterinario que hace de su
chamba y de su profesión un testimonio cotidiano.
Con trece perritos la vida puede complicarse pese a que
cinco de ellos, son mejores personas y más generosos que esta clase política
que infecta el escenario mexicano, no, la comparación es injusta para estos
perros que no saben robar, mentir, apoderarse de lo que no es suyo.
Había que tomar decisiones, urgentes, claves y siempre a
favor de la madre, a la que llamamos Pola y sus hijitos, los pequeños y las dos
rebeldes adolescentes, X y Y, los nombres en su momento nos parecieron
geniales, porque la idea era ganar su confianza, al fin perras silvestres, para
encontrarles un hogar o cobijarlas bajo el nuestro, de manera definitiva, en
eso estábamos.
A los cachorros, con
todos los cuidados que marcan los protocolos veterinarios, les fue encontrado
hogar, maravilloso, de humanos responsables y cercanos. La nena de la camada,
que hoy se llama Liza, sufrió tremenda avería y está a punto de perder su
patita trasera, pero es tan feliz como los cinco que ponen de cabeza mi vida y casi un retrato hablado de Ye, su
hermana mayor.
Resuelta la urgencia de darle casa y futuro a los más
vulnerables, empezó el proceso de antender a Y, a X y a su mami, Pola. Después
de varias aventuras complicadas, en las que Súper Pedro fue protagonista
central, las tres lograron ser esterilizadas, vacunadas y estaban ya listas
para una vida hermosa, con nosotros si acaso no era posible conseguirles hogar.
En esto estábamos.
De Ye, me sorprendía su carácter inquieto y la capacidad de
mover las orejas según subía o bajaba el tono de la voz, encabezaba las excursiones en
ese barrio tan lleno de maleza, árboles y sorpresa, era feliz. Había engordado
lo suficiente para parecer una perra “de familia”, igual que X, que ya no
saltaba de gusto ante el plato de croquetas y pollo, ligeramente más cuidadosa.
Pero Ye, murió hoy o ayer, llegamos tarde, murió de manera
terrible, dolorosa, a pleno rayo de sol. Una persona, varias personas, o mejor,
alguien que no califica como persona decidió envenenar a Pola, la madre, a X y
a Ye. Con las vísceras estalladas, en una muerte tan lenta y terrible que no se
puede imaginar, Ye quedó tendida al sol, su cuerpo en fragmentos irreconocibles.
X pudo ser rescatada, pero viajó de Chapala a Guadalajara en medio de dolores y
se debate entre la vida y la muerte: Brometalina, me dice “Súper Pedro” y leo
en google el efecto de este raticida. Pola, fue lista, confia ya suficientemente en nosotros y no comió del plato envenenado.
Ye, es la condensación de esta historia cuesta abajo de esta
deshumanización y brutalidad que es capaz de causar tal daño a un ser
indefenso.
Ye, es la hermanita mayor de Liza que en dos días perderá su
pata trasera por amputación, porque no hay modo de salvarla.
Ye, es la perrita que nos enamoró y que mi hija logró encontrar
reventada al sol, cuando era su compañera de caminatas matutinas y de
atardeceres.
La historia de Ye, es en realidad la historia mía, la que
me esfuerzo por contar, por descifrar y hacer inteligible cuándo tocamos fondo,
cuándo fuimos capaces de cruzar esta línea de terror y violencia.
X se debate ahora entre la vida la y la muerte, la
encontramos a tiempo. ¿Sabían que cuando envenenan a un animalito, sus cuerdas
vocales dejan de vibrar? No hay modo de que pidan ayuda. La muerte de un
perrito envenenado, Ye, toma alrededor de 4 horas de dolores terribles.
4 comentarios:
Que devastador es tratar de entender que pertenecemos a la misma raza que los asesinos y malnacidos de las perritas. A lo mejor no... a lo mejor no somos iguales y hay una división que viene por la evolución desequilibrada y a destiempo que no les dio chance de desarrollarse a ciertos tipos de gente que son capaces de tanta maldad... Te abrazo amiga y lloro contigo...
llanto y trabajo... Ye y sus hermanas merecen justicia
Qué triste Rossana, cuánta maldad. Abrazo y gracias por tu coraje para compartir esta historia. Tu historia y la de Ye. Pobre angelito
Hola, Rossana. Leí la historia, me parece terrible, pero la manera en como la comunicas es muy hermosa. Tengo esta revista digital www.quipers.com.mx, me gustaría compartir esta historia ¿Me lo permitirías? Saludos.
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