#20MX Libertad sí, Criminalización no

19 de diciembre de 2013

La atmósfera se enrarece y las esporas del miedo flotan en el aire como anuncios de una tormenta por venir. 
Y no es que la criminalización de la protesta, en su sentido objetivo (que va, de las modificaciones a los códigos penales a la acción directa de las fuerzas policiales) y en su sentido simbólico (el uso amañado de la información periodística escrita o audio-visual para construir el relato del “enemigo social”), sea nueva en México. Puede decirse incluso que esta criminalización ha operado como una especie de “razón de Estado”, que a través de la historia pasada y presente busca deslegitimar las voces disidentes y minar el piso de la legalidad en la que la sociedad organizada y no organizada actúa, para protestar, exigir, reivindicar, denunciar, defender o criticar medidas, acciones, abusos, decisiones que atentan contra grupos de personas, colectivos específicos o la sociedad en su conjunto.

Este 20 de diciembre las novedades en la escena pública pueden resumirse en tres grandes categorías que construyen una criminalización sin precedente y atropellan la libertad de expresión:

En primer término, destacan los esfuerzos legislativos por hacer pasar las reformas al llamado Código Nacional de Procedimientos Penales (#CNPP) y que básicamente y de manera esquemática autoriza a cualquier agente del Ministerio Público, policía o autoridad (un gobernador por ejemplo) a solicitar la geolocalización inmediata y los datos fundamentales de cualquier usuario de dispositivos digitales, sin que exista una orden la de un juez. Sin los controles debidos esto, lo sabemos, puede derivar en una cacería de brujas y por decir lo menos, en la vulnerabilidad de los derechos civiles de cualquier ciudadano. A estos embates legislativos se pueden sumar las detenciones efectuadas durante el llamado #1DMx en 2012 y las del 2 de Octubre de 2013, cuyos saldos en términos humanos, de biografías destrozadas, de incertidumbre frente a un sistema judicial que opera erráticamente –por decir lo menos-, aún no han sido evaluados.

Enseguida, viene todo aquello que se agrupa en lo que voy a llamar “la construcción social del enemigo”, estrategia en la que los gobiernos federales y estatales en turno han sido especialmente hábiles. A partir de algunas teorías filosóficas y antropológicas hace varios años, propuse la categoría de “objeto de atribución” o “causa eficiente” para nombrar, justamente, el proceso tanto objetivo como simbólico, para dirigir la atención (y el miedo, y la ira y el rechazo) sobre un sujeto, un grupo, una categoría social, un problema o un fenómeno social. Llamo “objeto de atribución” al mecanismo a través del cual se construye, mediante ciertas operaciones discursivas y visuales, la “certidumbre” de que, por ejemplo, un joven con el rostro cubierto, moreno, presente en una manifestación o protesta es por “atribución” un peligroso “anarquista” dispuesto a destruir a la sociedad o, por ejemplo, un indígena en resistencia es un peligroso terrorista. En estos últimos meses hemos visto avanzar la operación “objeto de atribución”, que ha consistido básicamente en contar con algunos medios de comunicación aliados (lo que ha hecho en estos días el periódico El Universal, a propósito de la acción #PosmeSalto, exhibiendo fotografías, nombres, organizaciones que no existen, con absoluto aplomo y operando más como MP que como un medio de comunicación plural, es lamentable), que repiten y repiten y repiten los diez minutos, los quince minutos, la media hora de violencia (que no se justifica, ni se alaba), como el eje de la información, obviando u ocultando en algunos casos las causas de una marcha, de un plantón, de una protesta y las diez, doce, quince horas de protesta pacífica. El objeto de atribución es útil porque ayuda a construir un clima de aceptación para la represión. Criminalizar rinde frutos, la sociedad se refugia en esta cómoda verdad para no exponerse a la realidad: “algo hicieron”, “son vándalos, anarquistas, enemigos”. Por ello hay que combatir esta estrategia oponiéndole información, contra narrativa, certezas, imágenes e imaginarios. Como dice #LaRedAcción132, “hay que ganar los imaginarios”.

Y, finalmente, hoy #20DMX, es fundamental defender a las y los defensores que han hecho de su día a día un ejercicio fundamental por la democracia, por las libertades, por la pluralidad. Ellas y ellos son un dique de contención frente a las corporaciones que someten a los estados, frente a los estados que someten a los gobiernos locales, frente a muchos medios de comunicación que  sin pudor ni ética, se erigen en ministerios públicos, condenando y salvando; ensuciando y lavando. Es contra ellas y ellos hacia los que las razones del estado-corporativo dirigirá sus próximos misiles. Pero no están solas, no están solos.

Criminalizar la protesta, coartar la libertad de expresión a través de la amenaza velada o directa, el relato mediático y las leyes a modo que quieren abrirse paso, solo contribuye a ensanchar el abismo brutal que hoy se abre entre los gobiernos y una ciudadanía que ha decidido decir #YaBasta al orden de cosas que minan, merman, destruyen, eliminan la palabra futuro para las nuevas generaciones.

#NoalaCriminalizacióndeLaProtesta, Por la Libertad de Expresión y por el derecho a decir #NoAsí


1 comentarios:

tochtli dijo...

bravo!! muy buen artículo, lo que es interesante agregar es que el 20 Dmx no había nada de policias, todo reforma limpio y fue hasta la entrada de bellas artes al zócalo quela policia impidió jóvenes de negro entrarán al zócalo, les encapsulo e impidió, mientras los artístas e intelectuales se enojában con los mismos jóvenes que no estabán rompiendo ni haciendo ningún destrozo por su necedad de querer llegar a ese símbolo del poder. al otro día, Rossana fue impresionante la misma ruta parecía que era de otra época de otro país, esta vez había miles de policas que cuidaban la marcha que no era de intelectuales ni artístas sino de civiles. en un espacio de 24 horas el panorama cambió aun cuando eran los mismos que marchaban. es evidente que el GDF se mostró benevolente con la izquierda que tiene fama y a los demás les trata como los peores delincuentes.agrego esta nota en completa empatía con tu razonamiento.

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